Que reviente tu rareza que dañe tu ego al ver la multitud que te aclama Que te despeinen las manos como arañas por tu cabeza Que te arrebaten los ojos para ver en todas direcciones Que te tiemblen las piernas ante tanta simpleza Que la voz deje solo el aire y te aturdan las voces al unísono Que tengas que cenar de pie por falta de espacio Que no tengas papel donde escribir y se te olvide la dirección de tu casa Que no puedas nombrarte y seas espejo en la tormenta Que cambien las luces y veas hasta el poro más sutil Porque la torre se desmorona y estamos cayendo Ahora Nos estamos cayendo Es el comienzo del final
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